
Biografía
Natural de Tejares (Segovia), es licenciado en Filología Hispánica. Escritor y traductor, se dedica principalmente al mundo editorial desde 1973, primero en Ediciones Paulinas y a partir de 1980 en la editorial Anaya. Posteriormente pasó a desempeñar la dirección de la editorial Cátedra. Traductor y estudioso de El Quijote, ha realizado ediciones críticas de autores como Antoine de Saint-Exupéry, Charles Perrault, Horacio Quiroga, Miguel de Cervantes, Daniel Defoe (Robinson Crusoe) o Carlo Collodi (Las aventuras de Pinocho) // En La Vanguardia.
Cuando el mundo era un libro
Cuando el mundo era un libro sin intermediarios, todo lector podía asomarse a él con asombro y miedo al mismo tiempo. Pero llegaron las lecturas interesadas, sobre todo las religiosas, y esas interpretaciones del libro natural propiciaron el dominio sobre todos los ámbitos de la vida humana. Es preciso librarse de esos reglamentos, fórmulas y dogmas que "constituyen los grilletes de una permanente minoría de edad"; hay que prescindir de todo exégeta sagrado. O de lo contrario, ahora que por fin (casi) podemos leer el libro del mundo sin intermediarios, caeremos en poder de los nuevos gurús, gurúes o sacerdotes del mundo amenazador que se avecina // Por Emilio Pascual.
Equilibrio al filo del abismo: la biblioteca y el museo de Alejandría
La Biblioteca de Alejandría era una enciclopedia mágica que congregó el saber y las ficciones de la Antigüedad para impedir su dispersión y su pérdida. Pero también fue concebida como un espacio nuevo, del cual partirían las rutas hacia el futuro. Las bibliotecas anteriores eran privadas y estaban especializadas en las materias útiles para sus dueños. Incluso las que pertenecían a escuelas o grupos profesionales amplios eran solo un instrumento al servicio de sus necesidades particulares. La antecesora que más se le aproximó — la biblioteca de Asurbanipal en Nínive, al norte del actual Irak — se destinaba al uso del rey. La Biblioteca de Alejandría, variada y completísima, abarcaba libros sobre todos los temas, escritos en todos los rincones de la geografía conocida // Por Irene Vallejo (El infinito en un junco).
El libro como acceso al mundo
¿Cómo se puede soportar una vida así, sabiendo que entre nosotros y el universo se abre una brecha insalvable, sin ahogarse, sin empobrecerse? ¿Cómo soporta uno que lo único que puede llegar a conocer sea lo que llega por casualidad a sus ojos, a sus oídos? ¿Cómo se puede respirar sin el aire universal que brota de los libros? Éstas eran las preguntas que yo me hacía. Puse todo mi empeño en imaginar la existencia de quien no sabe leer, de quien ha quedado excluido del mundo intelectual, me esforcé por reconstruir artificialmente su forma de vida igual que un erudito trata de reconstruir la forma de vida de un braquicéfalo o de un hombre de la Edad de Piedra a partir de los restos de un yacimiento lacustre // Por Stefan Zweig (Encuentro con los libros).
Siempre estaba comprando nuevos libros, más rápido, lo reconozco, de lo que mi capacidad de lectura me permitía leerlos. Pero mientras estuviera rodeado de ellos, eran garantes de una vida más amplia, mucho más preciosa y necesaria de la que me veía obligado a llevar cada día. Si era imposible mantener siempre esa vida superior, por lo menos podía tener sus signos al alcance de la mano
El hombre en suspenso / Saul Below