
Biografía
Emmanuel Carrère ha ofrecido en cuatro décadas una obra densa, crónica de su tiempo y a la vez de sus propias experiencias familiares o religiosas tras despuntar con El adversario (2000). Ya había publicado Bravura (1984) y El bigote (1986), inicios en la ficción completados por ensayos o por guiones cinematográficos en los que los tintes autobiográficos nunca están muy lejos // En El Universal (México).
Entrevista
“No se trata de una elección ideológica ni de una preferencia por la no ficción sobre la ficción. De hecho, no es totalmente imposible que algún día vuelva a escribir novelas de ficción. Digamos que desde El adversario, un libro que relata un caso criminal, me adentré en el territorio particular de la no ficción, donde uno se enfrenta a lo real y donde nos exponemos mucho más a una especie de respuesta surrealista inesperada” // En BBC News.
Entrevista
“En el caso de Limónov, el libro está escrito para un lector natural imaginario. Gente como yo, imagino que como tú, aunque podemos tener opiniones muy distintas y ser muy diferentes. Pero básicamente escribo pensando en un tipo de gente: la clase media culta occidental, que está de acuerdo en una serie cosas como la democracia y los derechos humanos. Aquí escribo sobre un personaje que no siente el menor interés por esas ideas, que cree que son tonterías. Tengo cierta complicidad con un lector ideal, que estadísticamente es el lector de mis libros” // En Letras Libres.
Limónov: No me reconozco en el personaje de Carrère
“Nunca estoy contento con nada. Pero nunca intervine en la redacción del libro, y le dije al principio que no iba a oponerme a nada. Me siento un escritor muerto biografiado. Se lo digo porque cuando dejé París, hace veinte años, ya pensé que como escritor estaba muerto (…) Carrère ofreció su visión de mí, una obra inspirada en mí, pero no soy yo, no me reconozco. Aunque le estoy agradecido porque lo hiciera. Tengo otros amigos que decían que iban a escribir un libro sobre mí, pero no lo hicieron. Carrère, además, es muy diferente a mí, él es un representante de la burguesía francesa, y yo no” // En La Vanguardia.
Siempre estaba comprando nuevos libros, más rápido, lo reconozco, de lo que mi capacidad de lectura me permitía leerlos. Pero mientras estuviera rodeado de ellos, eran garantes de una vida más amplia, mucho más preciosa y necesaria de la que me veía obligado a llevar cada día. Si era imposible mantener siempre esa vida superior, por lo menos podía tener sus signos al alcance de la mano
El hombre en suspenso / Saul Below