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Ian McEwan

Lectura

de

Aldershot, Reino Unido, 1948

Reseña en La Escalera

Un misterio no tiene réplicas

Biografía

Ian McEwan es uno de los mejores escritores de su generación, y uno de los más controvertidos. Ha logrado un éxito ininterrumpido de popularidad y crítica desde que, al graduarse en el Programa de Escritura Creativa de Malcolm Bradbury, ganó el Premio Somerset Maugham por su colección de relatos, Primer amor, últimos ritos (1975). Preseleccionado en cuatro ocasiones para el premio literario más prestigioso de Gran Bretaña, el Premio Booker de Ficción, obtuvo el galardón con Ámsterdam (1998) // En British Council.

Entrevista

“La novela, como creación, es embarazosamente reveladora. Muestras tu naturaleza aunque no escribas sobre ti mismo. Tú eres tu novela, ese es el problema y lo fascinante. Alguien dijo que nadie podía escribir 500 palabras de ficción” // En El País Semanal.

La literatura del deseo

Más allá del colosal negocio multimillonario de la pornografía, a lo largo de los siglos nuestros anhelos han engendrado algunos de los artefactos más hermosos de la imaginación. En el canto, la poesía, el teatro, la novela, el cine y la escultura, hemos explorado y rendido homenaje al vínculo emocional y sexual entre seres humanos, a ese intercambio infinitamente variado, esa disolución de la identidad que llamamos amor // Por Ian McEwan en Babelia (El País).

El futuro de la IA

El objetivo último de la Inteligencia Artificial, lograr que una máquina tenga una inteligencia de tipo general similar a la humana, es uno de los objetivos más ambiciosos que se ha planteado la ciencia. Por su dificultad, es comparable a otros grandes objetivos científicos como explicar el origen de la vida, el origen del universo o conocer la estructura de la materia // Por Ramón López de Mántaras en ¿Hacia una nueva ilustración? Una década trascendente.

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Máquinas como yo

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Siempre estaba comprando nuevos libros, más rápido, lo reconozco, de lo que mi capacidad de lectura me permitía leerlos. Pero mientras estuviera rodeado de ellos, eran garantes de una vida más amplia, mucho más preciosa y necesaria de la que me veía obligado a llevar cada día. Si era imposible mantener siempre esa vida superior, por lo menos podía tener sus signos al alcance de la mano

El hombre en suspenso / Saul Below

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