
Biografía
Nació en Oxford en 1949. Buen conocedor desde sus comienzos del mundo de la calle, estudió en el Exeter College de Oxford e inició su carrera como editor del suplemento literario de The Times, The Observer y The New Statement. Intelectual público de gran relieve, en sus novelas y ensayos llevó a cabo una radiografía despiadada, teñida de humor e ironía, tanto de su Inglaterra natal como de Estados Unidos, país al que se trasladó en 2011 fijando su residencia en el neoyorquino barrio de Brooklyn. Polémica, a veces incómoda, indefectiblemente lúcida, su obra era el punto de encuentro de fuerzas contradictorias que se neutralizaban o fertilizaban entre sí. Sarcástico, satírico, con una carga de humanidad que a veces se permitía pequeñas dosis de ternura, Amis no eludía ningún tema, por polémico que fuera // En El País.
Entrevista
“Por el momento, lo que más temo es estar cansado de describir las cosas que he descrito antes. Esas áreas molestas de la existencia humana para las que el vocabulario es limitado. Describir a alguien riendo, por ejemplo. Solo hay unas pocas palabras para ello. No voy a usar carcajadas o carcajadas . Solo hay una buena palabra para sonreír, que es sonreír (…) El vocabulario se adelgaza. Y es una tarea animarlo y desbanalizarlo. Me imagino cansándome de eso. De lo contrario, es alegre” // En Esquire.
La escritura de La flecha del tiempo
El gulag —y esto no es de conocimiento general— fue en primerísimo lugar un sistema de esclavitud de Estado. El objetivo, jamás alcanzado, era ganar dinero. Aun así, es una meta que podemos entender. La idea de Alemania, con sus “sueños de omnipotencia y sadismo” (Lifton), era absolutamente inhumana, o “contrahumana”, en palabras de Primo Levi, algo así como la idea de un mundo que discurriera al revés // por Martin Amis.
Entrevista
“No sigo ninguna literatura extranjera porque no hablo la lengua. Es una especie de superstición, siento que no sacas mucho de las traducciones. Algunos escritores se traducen fácilmente, como Kafka, por ejemplo. Tolstoi parece traducirse con gran pureza. Dostoievski, en cambio, sé que sería mucho más divertido si no fuera por esa traducción victoriana tan tradicional. A veces leo literatura traducida, pero como un deber, a ver si saco ideas. Nunca por placer. Leer traducciones es como mirar la fotografía de un cuadro” // En Jot Down.
Siempre estaba comprando nuevos libros, más rápido, lo reconozco, de lo que mi capacidad de lectura me permitía leerlos. Pero mientras estuviera rodeado de ellos, eran garantes de una vida más amplia, mucho más preciosa y necesaria de la que me veía obligado a llevar cada día. Si era imposible mantener siempre esa vida superior, por lo menos podía tener sus signos al alcance de la mano
El hombre en suspenso / Saul Below